La “parashá” de esta semana se inicia de una forma un poco extraña: el versículo 2 dice así – “estas son las generaciones de Jacob: José, con la edad de diecisiete años apacentaba sus ovejas…”.
He aquí nuevamente lo que llamamos en el análisis judío de la Torah un “remez”, una alusión indirecta, que trata de enseñar algo.
En lugar de iniciar un detalle de la genealogía de Jacob, enumerando sus hijos, diciendo de que esposa o concubina eran, y después citando sus nietos (lo que sería de esperar cuando la frase dice “estas son las generaciones”…), la Torah “salta” directamente hacia la vida de José.
O sea todo lo que pasa a ser importante en ese momento, en el momento que Jacob se ha establecido en la Tierra Prometida, es lo que va a suceder con José.
Los designios de HaShem no los vemos y muchas veces los entendemos hasta mucho después que se hayan realizado.
Para salvar a su familia y a su tribu, José primero tenía que alcanzar una posición importante en Egipto. Para eso, primero tenía que ser vendido por sus hermanos como esclavo…..
Aquí vemos nuevamente cómo se cumple la Palabra -todo en la Torah son “sombras” de cosas que vendrán….
Para redimir la Humanidad, Yeshua primero tenía que ser traicionado y entregado, para después alcanzar Su lugar definitivo en el Orden Divino.
La diferencia básica, la más importante – mientras José alcanza riquezas y poder materiales, en la tierra de Egipto, la Gloria y las riquezas espirituales que nos trae Yeshua en Su mensaje no son transitorias ni temporales, sino que eternas, en el Reino Espiritual.
La humildad de José, que atribuye su éxito a HaShem, no fue un obstáculo para que finalmente recibiera honores reales y se vistiera de tal lujo que ni siquiera sus hermanos lo reconocerían más tarde.
Yeshua, en su vida terrenal, nunca se vistió de oro y púrpura – su Reino es muy superior al reino de las apariencias externas.
Una lección muy importante del estudio de esta semana es justamente lo imprevisible de la vida de cada uno de nosotros – José, apenas llegado a Egipto, sube rápidamente de posición en la casa de su amo, para caer de repente a lo más bajo, a la prisión (y que terribles deben haber sido las prisiones egipcias en aquellos tiempos…aún la prisión real).
Pero también allí consigue José ser diferente de los que lo rodean – y no por derecho propio, sino porque HaShem no le abandona. Exactamente eso es lo que nos dice la Torah: ” estaba el Eterno con José….” (Gen, 39:21).
Esta es tal vez la pregunta principal en el estudio de este sábado: como conseguiremos que
HaShem no nos abandone, aún en los momentos más difíciles, cuando todo parece perdido, cuando amigos y parientes en los que confiábamos nos han traicionado, cuando hemos sido calumniados, cuando hemos perdido nuestros bienes e inclusive muchas veces la libertad?
En la balanza se coloca no solamente la Fe en el Eterno, sino también nuestra conducta en momentos de prosperidad y de alegría…
No seremos olvidados – si no Le olvidamos. Muchos se regocijan en los momentos de éxito, se creen que todo o casi todo pueden con el dinero, y se olvidan que las Bendiciones vienen de Su mano. No está en sus corazones el agradecer, no están entre sus actos la generosidad, la bondad, el compartir lo que tienen, el bendecir a aquel que no posee.
Y muchos se vanaglorian, se cubren de riquezas materiales, ostentan el oro, el automóvil último modelo, la residencia lujosa…
Cuando todas esas riquezas de repente disminuyen o desaparecen – y con ellas desaparecen también, claro, los “amigos”, muchos se acuerdan, entonces, de pedir la ayuda del Eterno. Pero nunca tuvieron tiempo para agradecerle lo que habían recibido…
Recibimos de Su mano muchas riquezas, todos los días, riquezas muy superiores a oro, plata o cosas semejantes – tenemos salud, familia, amigos verdaderos, bellezas de la naturaleza, tantas y tantas cosas de las cuales disfrutamos…
Comencemos entonces por agradecer cada día esas riquezas que HaShem nos da, sin nada pedirnos a cambio.
Sepamos que Él nos permite llegar a lo que llegamos – y sin El nada lograríamos.
En otras palabras aprendamos a ser humildes, agradecidos a Su Bondad, cada día, sabiendo que somos bendecidos y que a través de nosotros otros, muchos otros, pueden y deben ser bendecidos.
Para que HaShem está con nosotros – la respuesta es muy simple: nosotros debemos estar en Sus Caminos, sin pedidos de recompensa, sin esperar nada a cambio.
Haftarah Amos 2:6-3:8
Brith Hadashah Matityahu/Mateo 1:1-6, 16-25
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